Esta es mi historia de mi precioso nieto, Collin. Mi nieto y sus padres (mi hijo y mi nuera) viven a más de 160 km de mi casa, así que fueron unas 2 horas en coche. Vinieron a visitarnos en octubre, después de que Collin empezara a dar señales de que algo iba mal en su desarrollo. Lloraba la mayor parte del tiempo y nadie más que sus padres podía consolarlo. Empezaron a hacerle pruebas. Recibieron el diagnóstico en enero y viajaron a Pittsburgh para someterse a más pruebas y conocer a una médica especializado en la enfermedad de Krabbe. Aunque Collin no cumplía los requisitos para un trasplante, la doctora fue de gran ayuda.
Una gran parte de apoyo lo recibí a través de llamadas telefónicas. Intenté estar disponible para hablar con ellos y escuchar con atención sus comentarios. Ninguno de nosotros tenía todas las respuestas, pero yo aporté alguna experiencia de los conocimientos adquiridos tras acoger a 25 niños como madre de crianza. Fuimos a visitarlos en persona para prestarles apoyo en tanto nos era posible hacerlo. Como Collin tenía tantas necesidades médicas, pasamos gran parte del tiempo con su hermana, nuestra nieta. Recuerdo que me sentía impotente. Recé mucho y pedí apoyo a mis amigas. Aprendí a enfrentar la situación día a día. Ojalá hubiéramos podido pasar más tiempo con él, pero mi marido tenía también necesidades médicas que exigían que nos quedáramos cerca de nuestra casa. Cuando mi marido podía escaparse, nuestro hijo y él pasaban ratos tranquilos pescando y cazando y simplemente estando en compañia uno del otro.
No hay día en que no piense en él. Aunque no podía hablar, tenía sus formas de comunicarse. A veces era la forma en que el miraba hacia arriba con sus ojos. ¡Me encantaba enormemente!
Cuando Collin falleció, pedimos que las donaciones se destinaran a KrabbeConnect para ayudar a otras familias.